Dentro del mundo literario no ha sido poca la tinta que se ha derramado, tanto para describir, como para analizar el desarrollo de las guerras en el mundo. Sin embargo, a la hora de analizar el contexto de los autores de toda esa información, sus motivaciones y los factores que pudieron influenciarlos en su trajinar periodístico, la difusión no ha sido tan amplia. No obstante, ha sido el entorno académico, el medio propicio en el que se han dado a la tarea de estudiar, de manera más profunda, la estrecha relación que desde su coexistencia ha habido entre “Los medios y la guerra”. Siendo esta última expresión enfatizada entre comillas, el titulo otorgado por el escritor español José María Tortosa, a su artículo publicado en octubre del 2003 en la Revista de Estudios Sociales de la Universidad de Los Andes. En el cual, precisamente, Tortosa aborda el estudio del papel desempeñado por los medios difusores de la información como influenciadores directos del concepto u opinión, de los integrantes del bando al cual pertenecen, y acerca del conflicto en el que están sumergidos.
El autor comienza reconociendo a las guerras como duros exámenes a los que se somete al periodismo, y afirma que su desempeño durante estas demostrará el grado de desarrollo del oficio en cada país. Posteriormente, crítica el grado de control que tuvieron los entes gubernamentales estadounidenses sobre los medios en la II Guerra del Golfo. Al sustentar sus argumentos el autor recurre a las palabras de un profesor (de origen palestino) quien ejerce en Estados Unidos, en el cual da a entender que ex agentes de la CIA y otros entes gubernamentales, hicieron parte de la mesa directivo o actuaron como consejeros de grandes medios en la época de la guerra. Sin embargo, esta referencia se encuentra claramente influenciada por un pensamiento resentido y anti americanista el cual le resta credibilidad.
Por otra parte, la falta de credibilidad de sus referencias se acentúa aún más a medida que avanza el texto, cuando el autor usa un texto en el que se expone la supuesta cronología de unos mensajes enviados por una cadena de televisión (de la cual no se menciona su nombre) a sus emisoras con el fin de controlar el contenido de sus mensajes. No obstante, es impertinente, sino irresponsable, que el autor trabaje su tesis en base a un texto del cual no tiene certeza de validez, como así lo demuestra el mismo cuando menciona en su artículo: “Es difícil saber si el texto anterior se corresponde con la realidad o es apócrifo. En todo caso, no se indica a qué cadena se
refiere, y eso es mala señal, a no ser que lo que se esté intentando sea evitar un pleito” (Tortosa, 2003, p. 58). Debido a esto, el lector podrá considerar la posición del autor subjetiva y carente de neutralidad a la hora de juzgar a los dos bandos por igual.
Adicionalmente, el autor introduce un nuevo tema de discusión, el periodismo “embedded” el cual trata el fenómeno de la “integración” de periodistas a los pelotones de combate, con la finalidad de documentar su actividad de primera mano. El gran problema surge, según el autor, debido a que la información recolectada por el periodista estaría condicionada a los intereses del comandante, así pues el periodista solo vería lo que el comandante quiere que vea y omite lo que no es conveniente para este, en los términos de (Tortosa, 2003): “Está agregado al personal del comandante, llevado a lugares en los que está interesado el comandante, ve lo que el comandante quiere que vea, se le excluye de los lugares que el comandante no quiere que vea, oye lo que él quiere que oiga y no oiga lo que el ejército no quiere que oiga.” (p. 63). Por otro lado, me parecen sumamente salidas del contexto real, las apreciaciones de Tortosa sobre el control del contenido en el periodismo embedded, pues las situaciones controladas en un campo de guerra no existen, las preocupaciones de tipo militar dejan por fuera cualquier tipo de vanidad cuando lo que está en juego es la vida. Así pues, los intereses políticos en medio de la supervivencia pasan a un plano irrelevante, brindándole al periodista un campo de acción limitado, pero de libre elección, en el cual buscará la información que se le presente, en la medida que el resguardo de su propia integridad lo permita.
El autor concluye su artículo dando respuesta a su pregunta planteada al principio del texto, así pues, determina que el balance de desempeño del periodismo durante la II Guerra del Golfo fue no menos que desastroso, sobre todo para los Estados Unidos, en donde hubo “un grave daño en la credibilidad hacia la prensa en general y un nivel de subdesarrollo de la sociedad en torno a su prensa y hacia el valor de la información en circunstancias críticas.” (Tortosa, 2003, p. 67). Sin embargo, el autor aclara en el texto que también ha habido minorías que han seguido las doctrinas de un buen periodismo y han sido responsables frente a la necesidad de informar, sin ponerse los anteojos ideológicos que le hacen tanto daño a la difusión de una información objetiva y confiable.
Podemos concluir, destacando el aporte brindado, desde un punto de vista muy personal, que el señor Tortosa ha logrado manifestar en su artículo, para brindar, con una mayor claridad, una visión que permita entender el papel jugado por el oficio periodístico en los conflictos armados alrededor del mundo. Todo esto, enfocado en los conflictos contemporáneos, los cuales han contado con herramientas tecnológicas que han permitido un mejor registro de la información. Aun así, sería conveniente revisar la calidad de algunas fuentes consultadas, que a veces con el afán de sustentar unos argumentos se cae en el error de recurrir a información no tan confiable.
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